¿Qué hacer cuando experimentas una explosión de sentimientos dispares, y a la vez tan parecidos, que son capaces de confundirte y atormentarte? ¿Qué hacer cuando te sientes sola, y sin motivos para amanecer otro día? ¿Qué hacer cuando sientes que te va a reventar el pecho, por callarte aquello que desearías que todo el mundo supiera? ¿Qué hacer cuando las cosas se te escapan de las manos, y caes en un estrepitoso fracaso? ¿Qué hacer cuando nadie te tiene en cuenta, y te sientes tan sumamente pequeña e insignificante en un mundo que te viene grande? ¿Qué hacer cuando la vida te sonríe, y todos tus planes y sueños se están haciendo realidad?
¡GRITA!
Grita cuando el mundo se te venga abajo. Grita de desesperación. Grita cuando te caigas. Y también cuando te vuelvas a levantar. Grita cuando nadie te comprenda. Grita de impotencia. Grita cuando te equivoques. Grita de rabia, y también de satisfacción, cuando hayas enmendado tus errores. Grita, cuando te griten. Cuando te falten el respeto y quieran pisotearte. Grita de valentía. Grita de dolor, cuando hayas perdido a quien más ames. Grita cuando no puedas aguantar. Cuando los problemas te sumen en una profunda depresión. Cuando no veas la salida a tus preocupaciones. Grita de alegría, cuando al final de ese oscuro túnel, observes una luz esperanzadora. Grita de felicidad, cuando le mires a los ojos, cuando le toques.. cuando le beses. Grita de placer, cuando te lleve a la locura.
Porque gritar no significa ser maleducado, sino algo totalmente distinto.
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