lunes, 14 de noviembre de 2011

Promesas.

-Me gustaría que estuviéramos siempre así..
-¿Cómo? ¿Aquí tirados en la cama sin hacer nada?
-No, tonto.. Me refería a estar juntos.
-Jamás te dejaré sola, recuerda que siempre estaré contigo.
-¿Siempre estarás conmigo?
-Siempre, aún cuando no esté, seguiré a tu lado.
-No me digas esas cosas..
-Es la verdad. Morir, no será una excusa para abandonarte.
-Por favor, no me gusta que hables de eso.
-Todos tenemos que morir algún día, y yo tengo claro que..
-¿Qué tienes claro?
-Que mi muerte llegará el día que no te tenga, el día que dejes de quererme..
-¡Mírame a los ojos! Ese día nunca llegará.
-No lo sé, la vida da muchas vueltas.
-La vida podrá ser una puta noria, pero hay cosas que no cambian.
-No.. nada es para siempre.
-Te equivocas.
-Eres mi vida entera. Te quiero, y espero que no cambie nada entre tú y yo..
-Te juro que nada cambiará, que siempre seré tuya y que envejeceremos juntos..




viernes, 11 de noviembre de 2011

Papá.

Fue un día de sensaciones varias. Invierno. Hace algunos años. Casi nunca pasaba la noche fuera de casa. Mi madre es de esas que siempre dicen ''para dormir aquí tienes tu cama''. Era raro el día que me dejara quedarme en casa ajena. Pero aquel día fue distinto. ¿Por qué? No lo sé. Se lo agradecí en el alma, tenía pensados muchos planes para ese día.

Despertar y ver a mi lado a mi mejor amiga, fue algo increíble. Nunca la había visto dormir. Era tan frágil. Me quedé observándola un rato, hasta que los rayos del sol entraron en aquella habitación desordenada. Se despertó a regañadientes y cuando abrió los ojos, me hice la dormida. La quería tanto.. Ese día fue inolvidable. Lo pasé demasiado bien en el campo, con su familia, sobre todo con algunos amigos suyos, a los que ya le había echado el ojo. Pero sólo era una cría. Ni siquiera tenía pensamientos impuros. O eso creía.

Sus padres me llevaron de vuelta a casa. Era tarde, casi de noche. Todavía con una sonrisa en la cara, cerré la puerta del coche, y di gracias al cielo por haber pasado un día tan perfecto. Cuando aún veía a mi amiga decirme adiós a lo lejos, toqué la puerta y abrió mi hermana. Mi hermana, tan risueña ella. En ese momento, no encontré un atisbo de alegría en su cara. Algo iba mal, pero.. ¿qué podía ser?

-¿Qué tal te lo has pasado?
-Uf, muy bien. He estado a punto de quedarme a dormir esta noche también.
-¿Ah sí?
-Sí. Pero claro, sabía que la mamá no iba a dejarme.. Por cierto, ¿dónde están?
-No están..
-¿Se han ido a casa de la abuela? Sabían que quería ir, tenían que haberme esperado.
-No, no están allí. Están en el hospital.
-¿Qué ha pasado?
-Al papá le ha dado un infarto.

Y en ese momento, es cuando tu mundo se derrumba y se hace trizas frente a tus ojos. Sientes como te desgarra el dolor mientras las lágrimas fluyen con fuerza por tu cara, antes alegre. Ahora, hundida. ¿Qué se supone que podía hacer yo? ¿Por qué no estaba con él en ese momento? ¿Por qué nadie me había avisado antes de lo que sucedió? Mi padre, sufría un infarto, mientras yo reía a carcajadas ajena a todo lo demás. Me siento tan impotente, tan vacía, tan mal.

La felicidad nunca es completa. Por muy bien que te vayan las cosas, siempre hay algo que las estropea y te hace recordar que la vida es sufrimiento, es dolor. Por suerte, mi padre hoy día está bien. Fue un infarto bastante leve. Gracias a qué, al tabaco. Lo peor de todo, no es que le haya dado un infarto. Sino que el tiempo va en su contra, y podría darle otro en cualquier momento. Y esta vez, puede que sea el último.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Tiempo.

Segundos que se convierten en horas. Horas que se convierten en segundos.
La única diferencia entre los dos, es su presencia.

Desesperación.


Y a través de mi ventana, miro con desesperación la felicidad ajena.

Animalillos correteando. Amigos entre risas. Parejas que se besan. Y yo, aquí. Sola, tremendamente sola. ¿Por qué no está aquí conmigo? ¿Por qué no puedo ser yo, esa chica a la que abraza su acompañante? ¿Por qué todos rien, mientras yo, lloro? Paciencia. Paciencia. Paciencia. Ya estoy harta de repetirme lo mismo. Ya es hora de palpar con mis dedos, un poco de esa felicidad que veo en el ambiente, y que no puedo respirar.


Ojalá estuvieras aquí conmigo..

Ilusión.

No sabes por qué, pero te sientes realmente bien. Te despiertas por la mañana, y sin saber por qué, sonríes. Es una sensación extraña, algo que no pasa muy a menudo en la vida de alguien tan pesimista como yo. Pero pasa. No voy a ponerle pegas a la situación, simplemente voy a disfrutar de la alegría con la que he despertado, y que sin saber por qué, la tengo. Parezco tonta, sonriendo a todas horas. La gente me mira mal, e incluso piensan que estoy loca. Eso podría afectarme, pero no sé por qué, ya no me afecta. Cada vez le encuentro menos sentido a las cosas. El mundo está muy raro. Aunque pensándolo bien, la rara soy yo, y no sé por qué, pero me gusta. Me gusta estar rara, y no ser el muerto viviente que se desvanecía de un lado para otro sin rumbo fijo, sin motivaciones ni esperanzas. El muerto en el que antes me había convertido. El cual, sin saber por qué, ha desaparecido. Todo ha cambiado. Hace tiempo que cambió. Y ahora, sí sé el por qué. Él, me ha cambiado la vida.

Sorpresas.

Monotonía. Tristeza. Hastío. Desilusión. Aburrimiento. Tedio.


Y de pronto, sin que nadie hiciera el más mínimo ruido para avisarme. Sin que mis sentimientos estén del todo preparados para recibir lo que me espera. Sin tener en cuenta, la importancia que puede cobrar lo que está a punto de suceder. Sin saber, que todo cambiará..


.. aparece él.

Pompas.

Mi vida, esa pompa llena de ilusiones y esperanzas que asciende y asciende, con el fin de subir al cielo y tocar lo más alto. Con el fin de traspasar las nubes, y sentir que nadie puede detenerme, que soy totalmente libre. Cuando esa pompa ha subido demasiado, desaparece. Explota, haciendo un sonido inaudible pero ensordecedor a la vez. La pompa se ha desvanecido, se ha hecho añicos ante mis ojos, así como se hace añicos mi vida. El estruendo de su destrucción, sólo ha sido captado por algo medianamente pequeño e insignificante en el universo. Ese algo, es lo que me mantiene viva cada día. Ese algo, es un corazón, deshecho y cansado de tristezas y desilusiones. De todas formas, si algo sé, es que a lo largo del tiempo puedo hacer muchas más pompas que asciendan hacia el cielo. Y espero con ansia, que alguna de ellas sobreviva a la gravedad y demás inclemencias, que no son necesariamente del tiempo, y vuele hacia lo más alto. Con su vuelo infinito, mi alma se verá reconfortada en aquello que la pompa llamaría cielo, pero yo llamo, felicidad.

martes, 8 de noviembre de 2011

Injusticias.

-¿Qué te pasa?
-Nada, sólo que no tengo ganas de vivir.
-¿Pero qué dices? Estás mal de la cabeza.
-Puede que ese sea el problema, que sea la única que esté mal de la cabeza.
-Enserio, estás mal..
-Sí, estoy mal. No puedo estar bien viendo tanto dolor a mi alrededor. No puedo estar bien
sientiendo cómo me desgarran las desgracias que ocurren cada día. Sí, estaré mal de la cabeza..
-Eso es que estás de bajón..
-Entonces estoy de bajón muchos años.. Por mucho que te evadas de la realidad, las cosas son así..
-Pero no puedes afligirte por todo el mal que hay en el mundo, nosotros no podemos hacer nada.
-¿No podemos hacer nada? Ese es el mayor mal que hay en el mundo. Que todos piensan como tú.
-Estás exagerando, y sobre todo cuando dices que no tienes ganas de vivir..
-¿Y hoy día, qué es vivir? Ir por la calle y ver normal que alguien rebusque en un contenedor de basura. Tirar la comida, y saber al mismo tiempo que millones de personas están muriendo de hambre. Acostarte cada noche, sabiendo que demasiada gente está pasando frío. Despilfarrar el dinero cuando por una cifra ínfima, se ayudaría a demasiada gente... Yo no quiero esa vida.
-Así son las cosas, para que unos vivan bien, otros tienen que sufrir un poco..
-Lo peor no es que no sepas los males que nos rodean, sino que cierras los ojos, y haces como si no existieran..