viernes, 11 de noviembre de 2011

Papá.

Fue un día de sensaciones varias. Invierno. Hace algunos años. Casi nunca pasaba la noche fuera de casa. Mi madre es de esas que siempre dicen ''para dormir aquí tienes tu cama''. Era raro el día que me dejara quedarme en casa ajena. Pero aquel día fue distinto. ¿Por qué? No lo sé. Se lo agradecí en el alma, tenía pensados muchos planes para ese día.

Despertar y ver a mi lado a mi mejor amiga, fue algo increíble. Nunca la había visto dormir. Era tan frágil. Me quedé observándola un rato, hasta que los rayos del sol entraron en aquella habitación desordenada. Se despertó a regañadientes y cuando abrió los ojos, me hice la dormida. La quería tanto.. Ese día fue inolvidable. Lo pasé demasiado bien en el campo, con su familia, sobre todo con algunos amigos suyos, a los que ya le había echado el ojo. Pero sólo era una cría. Ni siquiera tenía pensamientos impuros. O eso creía.

Sus padres me llevaron de vuelta a casa. Era tarde, casi de noche. Todavía con una sonrisa en la cara, cerré la puerta del coche, y di gracias al cielo por haber pasado un día tan perfecto. Cuando aún veía a mi amiga decirme adiós a lo lejos, toqué la puerta y abrió mi hermana. Mi hermana, tan risueña ella. En ese momento, no encontré un atisbo de alegría en su cara. Algo iba mal, pero.. ¿qué podía ser?

-¿Qué tal te lo has pasado?
-Uf, muy bien. He estado a punto de quedarme a dormir esta noche también.
-¿Ah sí?
-Sí. Pero claro, sabía que la mamá no iba a dejarme.. Por cierto, ¿dónde están?
-No están..
-¿Se han ido a casa de la abuela? Sabían que quería ir, tenían que haberme esperado.
-No, no están allí. Están en el hospital.
-¿Qué ha pasado?
-Al papá le ha dado un infarto.

Y en ese momento, es cuando tu mundo se derrumba y se hace trizas frente a tus ojos. Sientes como te desgarra el dolor mientras las lágrimas fluyen con fuerza por tu cara, antes alegre. Ahora, hundida. ¿Qué se supone que podía hacer yo? ¿Por qué no estaba con él en ese momento? ¿Por qué nadie me había avisado antes de lo que sucedió? Mi padre, sufría un infarto, mientras yo reía a carcajadas ajena a todo lo demás. Me siento tan impotente, tan vacía, tan mal.

La felicidad nunca es completa. Por muy bien que te vayan las cosas, siempre hay algo que las estropea y te hace recordar que la vida es sufrimiento, es dolor. Por suerte, mi padre hoy día está bien. Fue un infarto bastante leve. Gracias a qué, al tabaco. Lo peor de todo, no es que le haya dado un infarto. Sino que el tiempo va en su contra, y podría darle otro en cualquier momento. Y esta vez, puede que sea el último.

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