martes, 20 de diciembre de 2011

Llorar.

Y a veces, te sientes tan sumamente sola y hundida, que lo único que puedes hacer, es llorar. Llorar desconsoladamente, como si por hacerlo, tus problemas se solucionaran. Pero aún así, lloras. Eres débil. Te sientes muy pequeña, en un mundo demasiado grande, que se encarga de aplastarte cada día un poco más. No puedes soportarlo. Sientes rabia. Rabia que se convierte en dolor. Dolor que acaba en llanto. Siempre acaba en llanto. Las lágrimas significan impotencia. Quieres que las cosas cambien, y por eso lloras. Pero hoy todo será distinto. A pesar de que el dolor me desgarre el alma, no voy a llorar. No voy a permitir que las lágrimas recorran mi cara, dejando unas cicatrices invisibles. No voy a llorar. No voy a llorar. NO VOY A LLORAR. Cuánto más me lo repito, más ganas me entran. ¿Qué puedo hacer? Lo único que puedo hacer, es dejarme llevar, y llorar un océano. Lloraré, pero no lo haré eternamente. En algún momento me cansaré de hacerlo, y me limpiaré las lágrimas con más fuerza que nunca. Puede que aunque no quiera, hoy llore, pero mañana ya no lo haré.

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