Un escalofrío me recorre el cuerpo. Empiezo a temblar. Mi piel, sensibilizada por una caricia, espera impaciente otro inminente escalofrío. Es inevitable. La suavidad de las manos, hacen que me sienta delicada. Frágil. Me tratan con dulzura, con deseo, con amor. La calidez de esas caricias me obligan a cerrar los ojos. A apretarlos con todas mis fuerzas. Arqueo las piernas. El vientre se contrae. Comienzan los espasmos. Te siento tan cerca, que soy capaz de beberme tus suspiros. Tu aliento me roza los labios. Me estás volviendo loca. Muevo la cabeza de un lado a otro. Araño las sábanas. Mi respiración se agita. No controlo mi cuerpo. Pasión. Placer. Gritos. Oigo el eco de mis pensamientos. Estoy sola. Pero te veo. Te siento encima mía, susurrándome algo apenas audible. Mi cama, ese lugar en donde cada noche te invoco en silencio y te hago completamente mío.
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